Asalto al Cuartel Moncada , la enciclopedia libre

Asalto al Cuartel Moncada
Parte de Revolución cubana
Fecha 26 de julio de 1953
Lugar Santiago de Cuba, Cuba
Coordenadas 20°01′35″N 75°49′09″O / 20.02638889, -75.81916667
Beligerantes
Partido Ortodoxo Bandera de Cuba Gobierno de Cuba
Comandantes
Fidel Castro
Abel Santamaría
Léster Rodríguez
Coronel Alberto del Río Chaviano (jefe del cuartel)

El asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, Cuba, fue parte de una acción armada realizada el 26 de julio de 1953 por un grupo de jóvenes del Partido Ortodoxo dirigidos por el abogado Fidel Castro con el fin de derrocar al dictador Fulgencio Batista. El plan se completó con el ataque al cuartel «Carlos Manuel de Céspedes», de Bayamo, y fue derrotado. Fidel Castro se haría conocido en el país por esta acción armada, y su posterior enjuiciamiento. Su alegato de autodefensa quedó recogido en el libro La Historia me absolverá. Dos días antes del ataque al Cuartel Moncada, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) del dictador Batista había informado al coronel Chaviano, jefe del cuartel, que se preparaba un ataque a este (no se conocía la fecha), información obtenida por una delación, por eso se reforzó la defensa de la fortaleza antes del 26 de julio. Chaviano no se encontraba en el cuartel cuando se produjo el ataque, sino en los carnavales de Santiago de Cuba.

Introducción[editar]

El Cuartel Moncada era en el año 1953 la sede del Regimiento N.º 1 «Antonio Maceo» en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia de Oriente, al mando del Coronel Alberto del Río Chaviano (Cuba, 1914-EE. UU., 1978). Por su importancia, el Moncada era la segunda fortaleza militar del país, ocupada por unos 400 soldados (374 del Regimiento N.º 1 y 26 del Escuadrón N.º 11 de la Guardia Rural). Su lejanía de La Habana dificultaba el envío de ayuda al Ejército Oriental. Además, Santiago se hallaba situada en la costa sur, junto al mar, y rodeada de montañas.

Por esas condiciones, el 26 de julio de 1953, un grupo de jóvenes cubanos con ideas revolucionarias y buscando librar a Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista iniciada el 10 de marzo de 1952, liderados por Fidel Castro, decidieron atacar este cuartel. Una vez tomado el Moncada, las condiciones que presentaba la ciudad facilitaba a los rebeldes la defensa de la misma cuando fuera ocupada, y el inicio de la lucha guerrillera si había que abandonarla. A eso se unía un elemento histórico: en Oriente se habían iniciado las tres guerras independentistas en el siglo XIX que se habían librado en Cuba, allí se produjeron insurrecciones populares en varios momentos del período republicano —incluso durante la Revolución de 1933—, sus montañas eran conocidas por la resistencia armada de los campesinos frente a los latifundistas, ese territorio era llamado «el Oriente indómito». Una vez dueños del Moncada, los revolucionarios se apoderarían de las estaciones de la Policía Nacional, la Policía Marítima y la Marina de Guerra, así como una radioemisora, a fin de dar a conocer sus objetivos y llamar a incorporarse a la lucha. En la concepción de Fidel, la insurrección armada era inseparable de la movilización de las masas populares.

Para apoyar la acción del «Moncada» se decidió tomar simultáneamente el cuartel «Carlos Manuel de Céspedes», de Bayamo, ciudad situada en el centro de la provincia de Oriente y que constituía un importante nudo de comunicaciones terrestres. Esta acción comprendía la voladura de los puentes sobre el río Cauto, a fin de impedir o dificultar la llegada de refuerzos por tierra para las tropas de Santiago de Cuba. Después de ocupar el Cuartel Moncada, se había planeado llamar por la radio a la sublevación del pueblo santiaguero y se le entregarían las armas capturadas en el cuartel para luchar contra la dictadura.

Preparativos[editar]

El plan se elaboró en secreto. Además de Fidel Castro, solamente lo conocían 3 miembros de la dirección del movimiento, incluidos Abel Santamaría y Renato Guitart. Algunos sabían que se iba a realizar un combate, pero ignoraban cuál era exactamente este, y otros desconocían que iban a una acción armada. La misma preocupación se tuvo al estructurar el movimiento: se hizo en forma celular y se observaban estrictamente las normas de seguridad que exigía su carácter clandestino. Tenía dos comités de dirección: uno militar, al mando de Fidel Castro, y otro civil, dirigido por Abel Santamaría. Además, se trataba de una organización selectiva. Por orientaciones de Fidel Castro, sus miembros se reclutaron entre las clases y sectores de la población: obreros, empleados, campesinos, estudiantes, desempleados (ej. Ramiro Valdés), y profesionales (solo 4). De ellos, unos pocos tenían antecedentes penales por delitos comunes (robo, venta de droga, estafa). Eran personas preferentemente jóvenes relacionadas con el Partido Ortodoxo. A principios de 1953, el movimiento contaba aproximadamente con 1200 miembros, según Fidel Castro.

Cuartel Moncada. Actualmente Ciudad Escolar 26 de Julio.

Las armas, los uniformes y los recursos necesarios para la lucha fue posible obtenerlos por la voluntad de los propios combatientes y simpatizantes. Lina Ruz, madre de Fidel y Raúl, aportó $116 sin conocer su destino, un senador cubano aportó $500, un joven revolucionario aportó $800, Renato Guitart aportó $4500, Natalia Revuelta Clews, amante de Fidel Castro y madre de su hija Alina Fernández, dio como $5500, un joven vendió su empleo y aportó $300 «para la causa»; otro liquidó los aparatos de su estudio fotográfico, con los que se ganaba la vida; otro más empeñó su sueldo de varios meses y fue preciso prohibirle que se deshiciera también de los muebles de su casa; este vendió su laboratorio de productos farmacéuticos; aquel entregó sus ahorros de más de cinco años, y así se sucedieron los casos de abnegación y generosidad. Algunos de los autos que fueron usados por los revolucionarios habían sido robados. El propio Fidel Castro fue a defender en Matanzas a un afamado ladrón que trabajaba para la "causa", que había sido detenido en un intento de robo de auto, que iba a ser usado por los revolucionarios, lo cual identifica al movimiento como una organización en la cual "valía todo" con tal de lograr derrocar a la dictadura de Batista.[1]​ Fidel Castro sabía que el dinero recaudado no era suficiente para comprar todas las armas e ideó una estafa. Se pagó con cheques sin fondos parte de las armas compradas en armerías de La Habana y Santiago de Cuba, y después de tomar el Cuartel Moncada, se pediría dinero a los bancos para pagar esa deuda, pero eso no se pudo hacer. Parte de esa deuda fue abonada por René Guitart, padre de Renato Guitart, tiempo después del ataque al Moncada en que falleció su hijo. Renato fue el que dibujó el plano del Cuartel Moncada para el ataque, pero tenía algunos errores, el principal era que colocó el arsenal de armas donde estaba la barbería del cuartel.

Con esos recursos se adquirieron 160 armas, principalmente fusiles calibre 22, escopetas de caza y pistolas, se alquilaron alojamientos en Santiago de Cuba y Bayamo para los combatientes que venían de La Habana, y se pagó el traslado de algunos de ellos en buses y trenes, otros viajaron en 20 autos. En el transporte de las armas en tren hasta Santiago de Cuba participaron Melba Hernández y Haydeé Santamaría, hermana de Abel. Ellas fueron las únicas mujeres que tomaron parte en el ataque al Cuartel Moncada. Los entrenamientos y prácticas de tiro se efectuaron en la Universidad de La Habana, el Club de Cazadores del Cerro y distintos sitios en las provincias de La Habana y Pinar del Río. Para asegurar la acción, se alquiló una pequeña finca de recreo, la granjita «Siboney» (antes Villa Blanca), situada en las afueras de Santiago de Cuba, con el supuesto fin de dedicarla a la cría de pollos. En ella se depositaron las armas (en un pozo seco), los uniformes militares y los automóviles que se utilizarían en el ataque, y allí se concentrarían los combatientes en el momento oportuno. Cuando todos los revolucionarios estaban ya en la Granja Siboney, Fidel les explicó el plan de ataque al Cuartel Moncada, y para darle confianza a los reunidos les mintió diciéndoles que habían pilotos militares del ejército batistiano en Camagüey que iban a apoyar el ataque al cuartel, en caso de que la aviación militar los atacara. Algunos se opusieron al plan y 12 desertaron. Uno de los reunidos allí, el Dr. Mario Muñoz Monroy, discutió con el jefe por no estar de acuerdo con el plan y decidió participar como médico en la acción y no como combatiente.

Se escogió para la acción el 26 de julio por ser domingo de Carnaval, fiesta a la que tradicionalmente asistían personas de diferentes puntos de la isla, por lo cual la presencia de jóvenes de otras provincias no causaría extrañeza. Además, se pensó que a la hora del ataque los militares del cuartel estarían dormidos, otros estarían en los carnavales, y algunos ebrios. Por razones de seguridad, se evitó escoger para el ataque al Cuartel Moncada a residentes de Santiago de Cuba, excepto Renato Guitart.

La acción[editar]

En la madrugada del 26 de julio, 135 combatientes vestidos con uniformes de sargento del ejército batistiano (para confundir a los soldados del cuartel) y dirigidos por Fidel, precisaban el plan de ataque al Cuartel Moncada en la granja Siboney, que había sido alquilada por Ernesto Tizol, cumpliendo órdenes del líder. Se organizaron en tres grupos, el primero de los cuales, con Fidel al frente, atacaría la fortaleza. Los otros dos grupos, comandados, respectivamente, por Abel Santamaría —segundo jefe del movimiento— y Léster Rodríguez, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel, desde donde se atacaría este para apoyar el ataque principal: el Hospital Civil Saturnino Lora y el Palacio de Justicia, donde radicaba la Audiencia, desde cuya azotea apoyarían la acción. El grupo de Santamaría intentaría ocupar el hospital, y el grupo de Léster, que incluía a Raúl Castro, hermano de Fidel, se apoderaría del Palacio de Justicia. Fidel Castro no había invitado a su hermano a esta acción, fue José Luis Tasende, uno de los asaltantes, el que lo había hecho, y Fidel se sorprendió al ver a su hermano en la Granja Siboney.

Cuando todos estuvieron listos, se dio lectura al «Manifiesto del Moncada», redactado por el joven poeta Raúl Gómez García bajo la orientación de Fidel. En él se caracteriza el ataque al Moncada como la continuación de la lucha histórica por la plena independencia y la libertad de la patria, se plasman los principios revolucionarios y los objetivos del movimiento y se hace un llamado a la dignidad y la vergüenza del pueblo cubano. Gómez García leyó sus versos «Ya estamos en combate» y Fidel les dirigió esta brevísima exhortación:

"Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertado o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad.[2]

Alrededor de las 5:00 a. m., los asaltantes comenzaron a salir en 16 autos desde Siboney hacia el Cuartel Moncada. Los dos primeros autos fueron hacia el Hospital Civil y el tercer auto fue al Palacio de Justicia. Fidel iba manejando el segundo auto de los que iban hacia la posta 3 del cuartel. Un auto se averió antes de llegar al Moncada, y 4 revolucionarios quedaron allí. El auto en que iba Ernesto Tizol, supuestamente se extravió en la ciudad, al igual que algunos autos detrás que lo siguieron, y nunca llegaron al cuartel, por lo que casi una tercera parte de los revolucionarios no participó en el ataque. Los grupos dirigidos por Abel (25 miembros) y Léster (6 miembros) cumplieron su objetivo inicial: la toma del Hospital Civil y el Palacio de Justicia, pero el grupo de Léster y Raúl no pudo disparar hacia el cuartel desde el Palacio de Justicia, porque el muro de la azotea del palacio era muy alto e impedía el ataque. El grupo principal con 60-70 combatientes (de 90 originales), dirigidos por Fidel Castro, llegó al cuartel (aprox. 5:20 a. m.), hasta la Posta 3, la desarmó, pero sólo 5 asaltantes que iban en el primer auto pudieron entrar hasta la barbería del cuartel, de los cuales 3 murieron en el combate, y otros 2 fueron apresados y ejecutados. Una patrulla de 2 soldados de recorrido alrededor del cuartel, que llegó inesperadamente, provocó un tiroteo prematuro que alertó a la tropa y permitió que se movilizaran rápidamente los soldados del cuartel (250-300 en ese momento). La sorpresa, factor decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel y se prolongó en un corto combate de posiciones (20 minutos) en la posta 3. Fidel se desmontó del auto que iba manejando con una pistola en la mano, y arengó a sus seguidores, pero hay dudas si disparó. La lucha de los guardias y el grupo de Abel Santamaría duró alrededor de una hora. Lester y su grupo se replegaron rápidamente al ver la retirada apresurada de Fidel y su grupo. Algunos revolucionarios confundieron al inicio el Hospital Militar Joaquín Castillo Duany y las viviendas de militares, que estaban fuera del cuartel, como si fueran parte de este, y las atacaron por error.

Los asaltantes se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres, atrincherado dentro de aquella fortaleza. Comprendiendo que continuar la lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada general, pero abandonó el lugar sin organizar la retirada, dejando sus seguidores a su suerte. Castro no había planeado algún sistema de comunicación entre los grupos. La orden no fue conocida por Santamaría y su grupo, que permanecieron disparando al cuartel desde el Hospital Civil, y luego fueron apresados y fusilados por el ejército, excepto Melba, Haydée y un asaltante (Ramón Pez Ferro) que se hizo pasar por enfermo del hospital. El ejército batistiano tuvo 18 muertos y 28 heridos en el Cuartel Moncada. Los asaltantes tuvieron 9 fallecidos en combate, 11 heridos (4 por fuego amigo), y 42 atacantes apresados y luego ejecutados por el ejército. Hubo además 9 civiles muertos en Santiago de Cuba.

Al mismo tiempo que esto ocurría en Santiago de Cuba, 25 revolucionarios dirigidos por Raúl Martínez Ararás debían atacar el cuartel de Bayamo. Cuatro desertaron antes de la acción. El plan de ataque tuvo que ser cambiado por esto. Los otros se desplazaron en 4 autos y atacaron en la madrugada del 26 de julio el cuartel, sede del Escuadrón N.º 13 de la Guardia Rural, operación que tuvo una mala ejecución y fracasó. El cuartel tenía en ese momento 12 soldados (8 durmiendo).

El ataque duró 10-15 minutos, y los revolucionarios se retiraron con sólo un herido. El ejército batistiano tuvo 1 muerto y 2 heridos. Después 10 asaltantes fueron apresados y ejecutados por orden del teniente Juan Roselló, jefe del cuartel, que no estaba allí durante el ataque. Al principio los militares del Cuartel Moncada y la población de Santiago de Cuba creyeron que la acción armada era dirigida por el ex Coronel Eleuterio Pedraza, para dar un golpe de Estado a Batista.

Sucesos después del Asalto[editar]

Fidel Castro detenido tras el fracaso del asalto al cuartel Moncada.

Inmediatamente después de estos hechos, se reforzaron las defensas del Cuartel Moncada y el gobierno reaccionó con una brutal represión. Batista decretó el estado de sitio en Santiago de Cuba y la suspensión de las garantías constitucionales en todo el territorio nacional; clausuró el periódico «Noticias de Hoy», órgano del Partido Socialista Popular, y aplicó la censura a la prensa y la radio de todo el país. Creaba así las condiciones para lanzar a los cuerpos represivos con violencia y sin riesgo de publicidad contra la rebeldía popular.

Imagen del periódico Oriente del 30 de julio de 1953 tras la captura de Raúl Castro.

Alrededor de 48 combatientes de 160 (atacantes de los dos cuarteles) pudieron escapar ayudados por el pueblo. Sólo 9 asaltantes al Cuartel Moncada habían perecido en la lucha y ninguno en el ataque al Cuartel de Bayamo, pero las fuerzas represivas del régimen asesinaron a 52 asaltantes prisioneros por órdenes del coronel Chaviano y del teniente Roselló, y después se les presentó como caídos en combate.[cita requerida] Chaviano había ordenado que los prisioneros que tuvieran la prueba de la parafina positiva, o sea, haber disparado un arma, fueran ejecutados (sin previo juicio). La prueba de la parafina hecha a Raúl Castro después de ser apresado fue negativa, y Fidel se negó a hacerse la prueba y dijo que él había disparado. Fidel Castro, Raúl y otros fueron detenidos en los días siguientes al ataque, enjuiciados y condenados a prisión. Fidel Castro fue condenado a 15 años de cárcel, su hermano Raúl a 13 y otros 30 recibieron condenas de 7 meses a 13 años. En total, 99 asaltantes de los dos cuarteles sobrevivieron, y de ellos 57 fueron enjuiciados (19 fueron absueltos, 32 fueron sancionados con penas de cárcel, y 6 acusados estaban prófugos). El gobernador de la entonces provincia de Oriente, Waldo Pérez Almaguer, renunció a su cargo al conocer de la ejecución por orden del Coronel Chaviano, de más de 30 revolucionarios presos. [cita requerida]

Después de fracasar el ataque al Moncada, Fidel Castro y 19 revolucionarios se internaron en las montañas de la Sierra Maestra para no ser apresados por el ejército, y el jefe dio la orden de dispersarse, y se quedó con 7 combatientes, y entonces Castro en un acto de desesperación intentó dispararse con su pistola en la cabeza, y el combatiente Mario Chanes de Armas lo impidió. Luego Fidel quedó con dos de sus seguidores, y el 1 de agosto los tres fueron apresados por el teniente Pedro Sarría Tartabull y su tropa en un bohío de la finca Las Delicias, propiedad de Manuel Leizán, cerca de Santiago de Cuba, al ser sorprendidos durmiendo. Sarría tenía órdenes de proteger la vida de Fidel Castro y sus acompañantes. Un soldado bajo el mando de Sarría quería matar a Fidel en el acto, pero Sarría se opuso y dijo la frase: "las ideas no se matan", y los llevó detenidos al Vivac de Santiago de Cuba. El arzobispo católico de Santiago de Cuba, Enrique Pérez Serantes, dio garantías de que se les perdonaría la vida a todos los atacantes capturados, por orden de Batista. Batista y Fidel Castro se conocían personalmente desde 1951, cuando Fidel y su cuñado Rafael habían visitado a Batista en su finca Kuquine en La Habana. El ahora dictador le había dado unas lámparas y un cheque de regalo de bodas a Fidel y a Mirta, su primera esposa, por su matrimonio en 1948, y su Luna de miel fue en Estados Unidos. La familia Díaz-Balart, a la que pertenecía Mirta era amiga de Batista.

El suegro de Fidel (Rafael José Díaz-Balart) era el ministro de Comunicaciones (1952-1954) y el cuñado (Rafael Díaz-Balart) era subsecretario de Gobernación (1952-1954) del gobierno de Batista. El teniente del ejército Jesús Yánez Pelletier no cumplió una orden de envenenar la comida de Fidel Castro, mientras estaba preso en la cárcel de Boniato, en la provincia de Oriente, antes de ir al Presidio Modelo. En el juicio celebrado en 1953 por el ataque al Cuartel Moncada y al de Bayamo fueron acusadas 122 personas, de las cuales 65 eran civiles (15 ausentes) que no tenían ninguna relación con este hecho, por ejemplo: Carlos Prío Socarrás (presidente derrocado por Batista en 1952), Blas Roca, Juan Marinello, Aureliano Sánchez Arango, Lázaro Peña, José Pardo Llada, Joaquín Ordoqui, Emilio “Millo” Ochoa, Juan Manuel Márquez y otros, los cuales fueron absueltos.

El juicio por los ataques a los cuarteles (Causa 37 de 1953) se celebró en Santiago de Cuba desde el 21 de septiembre al 6 de octubre de 1953 (11 sesiones). Ante el tribunal Fidel Castro denunciaría:

No se mató durante un minuto, una hora o un día entero, sino que en una semana completa, los golpes, las torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos no cesaron un instante como instrumento de exterminio manejados por artesanos perfectos del crimen. El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros".[3]

Los crímenes cometidos en esos días por el régimen los denunció Fidel Castro en su alegato de autodefensa La Historia me Absolverá, pero con algunos errores. Batista no ordenó matar a los prisioneros después del ataque a los cuarteles, la orden la dio el Coronel Chaviano, jefe militar del Cuartel Moncada y de la provincia de Oriente, a título personal. Los médicos forenses y los servicios funerarios que atendieron los cadáveres de los revolucionarios que habían participado en el ataque al Cuartel Moncada, no encontraron huellas de tortura, como afirmó Fidel Castro. La frase "la historia me absolverá" nunca fue pronunciada en el juicio realizado a Fidel en 1953. Él dijo allí: "la historia, definitivamente, lo dirá todo". En realidad, "La Historia me Absolverá" fue escrita por Fidel Castro mientras estaba en prisión, como su alegato en su juicio por el asalto al cuartel, pero él añadió frases que no fueron pronunciadas en su real alegato ante el tribunal, según constan en las actas del juicio y en testimonios posteriores de los jueces.

Fidel, Raúl, Juan Almeida, Ramiro Valdés, Mario Chanes de Armas, Gustavo Arcos, Pedro Miret y otros 23 combatientes condenados a prisión fueron recluidos en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud). Melba y Haydée fueron sentenciadas a 7 meses de cárcel en el Reclusorio Nacional de Mujeres de Guanajay. En 1955, a los 22 meses de prisión, todos los asaltantes encarcelados fueron amnistiados por Batista, que pretendió dar una buena imagen de su gobierno ante reclamos populares por una amnistía. Los asaltantes hallados culpables por el tribunal (32) fueron sancionados a pagar más de $55 000 en indemnización a las familias de los soldados muertos, heridos, y al gobierno de Batista por daños a las edificaciones atacadas.

El ataque al Cuartel Moncada y al cuartel de Bayamo fue una derrota militar para los revolucionarios, pero fue una victoria política, que dio a conocer al pueblo cubano la existencia de Fidel Castro y su grupo. Durante su estancia en el Presidio Modelo, los asaltantes estuvieron separados de los presos comunes en un pabellón del hospital del presidio, tenían una biblioteca con libros de su gusto, incluyendo libros marxistas, no tuvieron que usar uniforme de reo ni realizar ningún trabajo como castigo, se reunían para hacer debates políticos y tenían una radio. En 1954, en castigo Fidel Castro fue trasladado a una celda con libros solicitados por él, con una pequeña cocina donde preparaba café y algunos platos de su gusto, y recibía a diario comida preparada en casa de una familia amiga fuera del penal. Ellos recibían cartas, envíos y visitas de sus familiares y amigos. En una ocasión Fidel Castro envió desde la prisión una carta a su esposa Mirta y otra a una amante, y por alguna causa las cartas cambiaron de destino. En 1954 Batista visitó el Presidio Modelo, dirigido por el Comandante Capote, que había pedido a Fidel que los revolucionarios no protestaran por la visita, y no lo hicieran quedar mal con el dictador, pero ellos si protestaron, y después que Batista se fue del penal, Capote tomó represalias contra ellos. Capote fue fusilado después del triunfo de la Revolución Cubana.

El Cuartel Moncada en la actualidad[editar]

Después del triunfo de la revolución el Moncada fue convertido en una ciudad escolar que tomó el nombre de "Ciudad Escolar 26 de julio" y un espacio de ella se dedicó a un museo sobre los hechos relacionados con el asalto.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. La historia me absolverá, Fidel Castro, disponible en [1]
  2. La elocuencia en "La historia me absolverá", artículo en la web de La Giribilla, fragmento del capítulo VI de Ese sol del mundo moral, La Habana, Ediciones Unión, 2002, pp. 180-195.
  3. Ibid.

Enlaces externos[editar]